Memoria, atención y enfoque, desarrollo, estado de ánimo; hay numerosas maneras mediante las que un nutriente puede afectar la salud cognitiva. En este artículo vamos a analizar someramente algunos de los nutrientes cuya investigación está avanzando a este respecto.

Ácidos grasos omega-3

El ácido graso omega-3 DHA es el principal nutriente involucrado en la salud cognitiva, aunque existen también marcadas evidencias científicas apoyando los beneficios potenciales para el cerebro del ácido graso omega-3 EPA.

Una revisión de 2013 por Tommy Cederholm (Universidad de Uppsala, Suecia), Norman Salem Jr (DSM Nutritional Products) y Jan Palmblad (Karolinska Institutet, Suecia) concluyó que, «los avances recientes ofrecen nuevas recomendaciones basadas en la evidencia de que la ingesta de pescado y de aceite de pescado facilita la función de la memoria durante el envejecimiento.

«Podemos concluir que los estudios de observación longitudinales entre la ingesta de pescado y las concentraciones plasmáticas DHA en personas mayores sanas son principalmente positivos en relación a la salud cognitiva», escribieron los investigadores en Advances Nutrition (Vol. 4, págs. 672-676, doi: 10.3945/an.113.004556).

«Cuando EPA y DHA se administran a individuos con deterioro cognitivo leve o deterioro cognitivo relacionado con la edad los datos son positivos. Sin embargo, cuando se suplementa con EPA y DHA a pacientes con Alzheimer establecido parece que no se logra ningún beneficio claro. Una de las principales preocupaciones es que los estudios en general han sido demasiado cortos. Puede también haber efectos subgrupo debido al transporte de alelos de apolipoproteína Ee4 o a un factor de riesgo de carga en general aún no claramente identificado».

Ácidos grasos omega-3 y vitaminas del grupo B

Un estudio reciente publicado en American Journal of Clinical Nutrition encontró un vínculo entre los niveles de ácidos grasos omega-3 y vitaminas del grupo B y la atrofia cerebral asociada a la edad.

Estudios de intervención con vitaminas del grupo B han producido resultados decepcionantes en las personas con deterioro cognitivo leve (MCI) o demencia, pero datos nuevos sugieren que el estado de los ácidos grasos omega-3 también es de vital importancia.

Datos del estudio VITACOG indican que la suplementación con altas dosis de vitamina B enlenteció la atrofia en personas con deterioro cognitivo leve en un 40%, pero sólo cuando estas personas presentaban ya altos niveles de ácidos grasos omega-3. En personas con niveles sanguíneos bajos de omega-3, sin embargo, los suplementos de ácido fólico más vitaminas B6 y B12 no tuvieron ningún efecto beneficioso.

Vitamina E

De las vitaminas B a la vitamina E, los beneficios potenciales para la salud del cerebro de tocoferoles y tocotrienoles están vinculados principalmente a sus efectos antioxidantes, que juegan un papel importante protegiendo a las membranas de la oxidación y a los ácidos grasos omega-3 de la peroxidación.

Varios estudios epidemiológicos europeos liderados por investigadores de instituciones académicas de renombre como el Karolinksa Institutet de Estocolmo, Suecia y la Universidad de Perugia, Italia – colectivamente encontraron que los niveles plasmáticos de todas las formas de vitamina E (es decir: tocoferoles y tocotrienoles) en población de edad avanzada, desempeñan un papel importante en el desarrollo de deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer.

Fosfatidilserina (PS)

Hay mucha evidencia que apoya la función de PS durante el desarrollo temprano del cerebro y la falta de la misma durante la deterioro mental.

PS es un fosfolípido natural encontrado en órganos con alta actividad metabólica, como el cerebro, pulmones, corazón, hígado y músculo esquelético. Este nutriente tiene una variedad de funciones reguladoras y estructurales únicas, incluyendo la modulación de la actividad de los receptores, enzimas, canales iónicos y moléculas de señalización.

Magnesio

El magnesio, que es necesario para más de 300 reacciones bioquímicas en el cuerpo, ha sido foco de interés en el sector de la salud cerebral.

Datos de estudios en animales sugieren que el magnesio puede mejorar muchas áreas de la memoria relacionadas con las funciones cerebrales (por ejemplo, Pharmacology Biochemistry and Behavior, 2013, Vol. 106, páginas 16-26).

Luteína

Con los ojos y el cerebro tan estrechamente conectados, no constituye ninguna sorpresa que la luteína esté emergiendo como un nutriente clave en la salud cognitiva.

Hallazgos recientes a partir de estudios con tejido de cerebros en edad pediátrica han demostrado que la luteína constituye cerca del 60% de los carotenoides totales en el tejido cerebral pediátrico, mientras que los datos del estudio NHANES demuestran que la luteína constituye solamente cerca de 12% de los carotenoides en la dieta, por lo que hay una preferencia marcada de la luteína hacia el cerebro (Vishwanathan et al., J Pediatr Gastroenterol Nutr. 2014).

El mecanismo de acción de la luteína probablemente implique más que su acción como antioxidante, ya que hay mucho más alfa-tocoferol (vitamina E) en el cerebro que la luteína, y, sin embargo, no existe ningún vínculo entre el alfa-tocopherol y la función cognitiva.

Un artículo recientemente publicado por el grupo de Billy Hammond de la Universidad de Georgia (Neurobiology of Aging, 2014, Vol. 35, pp. 1695-9) informó que la densidad óptica del pigmento macular (MPOD), que es el representante del estado de luteína y zeaxantina, estaba relacionada con la cognición general en personas con deterioro cognitivo leve (MCI), mientras que MPOD sólo estaba relacionada con las capacidades visual-espaciales y de la construcción en adultos mayores sanos.

«Los datos actuales son los primeros en relacionar la función en personas cognitivamente deterioradas con una medida in vivo de luteína y zeaxantina en el tejido del sistema nervioso central y, a nuestro conocimiento, el primero en relacionar la función en personas con MCI al estado de luteína y zeaxantina», escribieron.