Según este estudio de la Universidad de Oxford, las vitaminas del grupo B pueden proteger contra las enfermedades cerebrales relacionadas con la edad, pero sólo en aquellas personas con altos niveles de ácidos grasos omega-3.

En este estudio, publicado en American Journal of Clinical Nutrition, los datos del estudio VITACOG indican que la suplementación con altas dosis de vitaminas B enlenteció la atrofia cerebral en personas con deterioro cognitivo leve (MCI) en un 40% pero sólo cuando dichas personas tenían altos niveles de ácidos grasos omega-3.

Por otro lado, en aquellas personas con niveles sanguíneos bajos de ácidos grasos omega-3, los suplementos de ácido fólico más vitaminas B6 y B12 no tuvieron ningún efecto beneficioso.

El funcionamiento del cerebro disminuye naturalmente a medida que envejecemos, y el deterioro cognitivo leve (MCI) es un estado transitorio en el que pequeños cambios en la memoria y otras capacidades mentales coexisten con un funcionamiento normal. Tal disminución de funciones puede ser un signo de advertencia de aparición de demencia.

Detalles del estudio

Los investigadores, dirigidos por Fredrik Jernerén, realizaron un análisis retrospectivo de los datos del ensayo VITACOG en 168 ancianos mayores de 70 años que habían sido seleccionado al azar para recibir diariamente o placebo o suplementos de vitamina B (0,8 mg de ácido fólico, 20 mg de B6 y 0,5 mg de B12) durante dos años.

Los resultados mostraron que hubo una interacción significativa entre los niveles plasmáticos de ácidos grasos omega-3 (EPA + DHA) en personas con atrofia cerebral y los suplementos vitamínicos B.

Los más altos niveles de ácidos grasos omega-3 promedio al inicio del estudio, definidos como más de 590 micromoles por litro, tuvieron un 40% de reducción en el índice de atrofia en comparación con el placebo, dijeron los investigadores, pero no se observó ninguna asociación con los niveles más bajos de omega-3 promedio, definidos como menos de 390 micromoles por litro.

Se ha demostrado que el efecto de la suplementación de la vitamina B en las tasas de atrofia cerebral depende de los niveles plasmáticos preexistentes de ácidos grasos omega-3; este hallazgo podría explicar posiblemente porqué han fallado algunos ensayos sobre vitaminas del grupo B en la función cerebral», escribieron los investigadores. “Asimismo, nuestros resultados sugieren que el estado de homocisteína también puede determinar los efectos de los ácidos grasos omega-3 en el deterioro cognitivo y la demencia y que podría explicar por qué han fallado algunos ensayos de ácidos grasos omega-3”.

«En conjunto, nuestros resultados enfatizan la importancia de la identificación de subgrupos de ensayos clínicos».

En un editorial acompañante, Imrich Blasko de Universidad Médica de Innsbruck en Austria escribió que, incluso a pesar del pequeño número de participantes y la necesidad de que los resultados se repitan, este estudio tiene «importantes implicaciones».

También encontró un vínculo entre vitaminas del grupo B, los ácidos grasos omega-3 y la homocisteína, un aminoácido ligado a la demencia sospechada o confirmada. Las concentraciones de homocisteína tisulares y plasmáticas vienen determinadas por el estado de vitaminas B, ya que éstas son cofactores para las enzimas implicadas en el metabolismo de la homocisteína.

Estudios de intervención con vitaminas del grupo B han producido resultados decepcionantes en las personas con MCI o demencia, pero los datos nuevos sugieren que el estado de los ácidos grasos omega-3 también es de vital importancia.

«El mecanismo por el cual los ácidos grasos omega 3 se piensa que ejercen su efecto protector, es estimulando el crecimiento de las neuritas y reduciendo de la producción de especies reactivas de oxígeno. Parece ser que un estado suficiente de vitamina B y bajas concentraciones de homocisteína son necesarias para una óptima utilización y distribución de ácidos grasos omega-3.

«En segundo lugar, estos datos pueden mejorar nuestro conocimiento en la identificación de las personas mayores que podrían beneficiarse de la suplementación con vitamina B o ácidos grasos omega-3.

«En este contexto, es importante tener en cuenta que la tasa de conversión anual de MCI a la demencia varía entre 5% y 10% y la mayoría de las personas con MCI no progresará a demencia aún después de 10 años de seguimiento. Todavía no sabemos si las concentraciones de homocisteína superiores predicen conversión.

Referencias

Jernerén F, Elshorbagy AK, Oulhaj A, Smith SM, Refsum H, Smith AD. Brain atrophy in cognitively impaired elderly: the importance of long-chain ω-3 fatty acids and B vitamin status in a randomized controlled trial. Am J Clin Nutr. 2015;102(1):215-21 – doi: 10.3945/ajcn.114.103283.

Blasko I. Interaction of ω-3 fatty acids with B vitamins in slowing the progression of brain atrophy: identifying the elderly at risk. Am J Clin Nutr. 2015;102(1):7-8 – doi: 10.3945/ajcn.115.114322.